MEJOR LLAMAR AL ESPECIALISTA

9:09


Cuando llegué esa noche a mi casa, no tenía la menor idea de lo que me esperaba: Abrí la puerta, y mecánicamente oprimí el interruptor de la luz pero el foco no encendía. Intenté un par de veces más y nada. Todo parecía indicar que el foco se había quemado, sin embargo, no me preocupé porque sabía que tenía otro de repuesto.

En la oscuridad fui a buscar una vela, y con su ayuda pude llegar a encender las luces del piso de arriba y así encontrar la bombilla nueva.

De nuevo, abajo, a la luz de la vela acomodé una silla para sacar el foco quemado.

El problema comenzó cuando tuve dificultades para girar el foco. Estaba muy duro, como soldado con el soquet. En el tercer intento, el vidrio de la bombilla se rompió por la presión. Afortunadamente tenía puesto un guante que protegió mi mano de cualquier corte.

Ya sin ninguna forma de agarrar el foco, tuve que improvisar. Es así, que con la punta de un desarmador intenté hacer girar la rosca del foco desde adentro. Cuando daba señales de que los restos del foco estaban cediendo, la punta del destornillador se me resbaló y chocó con la base del cono, provocando un destello plateado que me hizo caer de silla.

Me puse de pie y luego de recuperarme del susto, me di cuenta que en el piso de arriba, al igual que en el de abajo, todo era oscuridad. Había provocado un corto circuito.

Al principio pensé que no era nada grave, nada que un electricista no pudiera solucionar. Sin embargo, estaba equivocado, porque sentí un olor de cables quemados por toda la casa, pero eso no era nada comparado con el humo que provenía del piso de arriba. Preocupado, no entendía porque las cosas se estaban poniendo tan mal.

A tientas, me dirigí al segundo piso para ver de dónde provenía el humo. Con dificultad llegué al cuarto y lo primero que vi fueron las cortinas que estaban incendiándose desde la base.

Asustado me dirigí al baño en busca de agua. Al igual que toda la casa, también estaba en tinieblas. Tratando de recoger un bañador del piso, me golpee la frente con el borde del inodoro provocándome un dolor agudo que atravesó mi cabeza hasta llegar a la nuca. Atontado, llené como pude el recipiente y regresé al cuarto, pero justo antes de alcanzar la cama, como maldecido por los dioses, tropecé con la alfombra: el bañador saltó de mis manos salpicando todo menos el fuego, mi quijada chocó con el filo del catre, y tanta fue la desgracia, que no sólo mi mandíbula se dislocó, sino que además me mordí la lengua casi hasta el punto de partirla en dos. Grité una sola vez y con mucha fuerza, pero aunque quería seguir gritando no solo de dolor sino también de rabia, no podía hacerlo, porque mi mandíbula no se movía, simplemente colgaba y mi lengua no paraba de sangrar. Gemía.

Mientras tanto el fuego consumía todo lo que encontraba, me arrastré hasta el baño y cubrí mi lengua con papel higiénico intentando detener la hemorragia. Busqué otro recipiente para aplacar el incendio, pero el humo ya ahogaba toda la casa. Creo que cuando intentaba volver al cuarto con más agua me desmayé.

Gracias al llamado de algún vecino, los bomberos pudieron rescatarme con vida. El resultado de todo fue que yo terminé con varias quemaduras de diversos tipos, tengo problemas de pronunciación y mi mandíbula no pudo volver por completo a su antiguo lugar. De mi casa no quedó prácticamente nada de valor, y además no estaba asegurada.

Desde entonces, mi vida cambió. Estoy reconstruyendo mi casa, bueno, en realidad no yo, porque ya no muevo un dedo por iniciativa propia. Me volví un adicto-dependiente de las otras personas, pero más de sus oficios: médicos, ingenieros, aseguradores, carpinteros y sobretodo electricistas.

8 comentarios:

Vania B. dijo...

Algo similar (por suerte no pasó a mayores) le pasó a mi papá al intentar cambiar un foco: casi incendia la casa. Ardió por unos minutos el entretecho, pero mi hermano y mi padre lograron apagar el fuego a tiempo.

Ahora llaman al especialista para cualquier, pero cualquier cosa, pues se han convencido que son parientes del chapulín colorado. Yo también, pero ese es otro cuento.

Me encantó el relato. Un abrazo desde la ciudad de los anillos.

Alejandro González Romero dijo...

Chala el relato compadre.
El blog está chala compañero espero que le sigas dando duro. No olviden reunirse ocn los Miércoels de Ceniza mientras El agrio y yo estemos en Yotala, abrazos gigantes.

piyita dijo...

Auch!!!! por un momento me creí el cuento !! :D jeje ke cosas no?
al principio se me escapó una sonrisa por tu torpesa, luego hasta me dolió la mandibula ...auch!!! y por suerte terminé muerta de risa por mi inocencia al descubrir ke es un "CUENTO" ....ke lujazo vivir tus cuentos ;)

Estido dijo...

Vuelvo a leerlo y le sigo encontrando una gran veta humorística. Espero que vuelvas a La Paz para poder armar otra lectura.

Un abrazo

Sakura dijo...

OOOOHHH, pero si es el cuento de la lectura!!!

Genial, simplemente son los gajes del oficio contados de la mejor manera...

Saludos =)

Gamez dijo...

Siempre he creído que las personas se especializan en algo, por algo, nada es en vano. Que cada quien se haga cargo de lo que mejor sabe. Tu cuento me recordó un episodio de mi niñez; en una casa muy grande y en una habitación, grande, en que dormía con mi abuela, quise conectar una pequeña lampara de cables pelados a un enchufe, dudaba, pero lo hice. Acto seguido un apagón en la casa, quite con miedo el cable y me metí en cama sin decir ni chis ni mus, mientras mi abuela empezaba a llenarse de pìedritas la vejiga del colerón. Todo el cableado central de la casa de quemó, una pared ardió como si fuera San Juan, pero por alguna razón misteriosa el fuego no se extendíó y ahí terminó el espisodio, terminó con tremendo puteazo a mis tiernos 9 años. Meses después mi abuela murió. Una mal intencionada vecina, mientras velábamos el cuerpo, sentenció "este ha matado a su abuela por el colerón que le ha causado, por casi incendiar la casa."

CLARITsS dijo...

jajaja, ay! primo ese cuento esta bueno, tengo el periodico en el que salió, es uno de los que más nme gustan...un abrazo a ver cuando vuelves por la paz pues! un abrazo

Pablo E. Osorio A. dijo...

Ok. Hasta ahora me leí dos de tus cuentos. Un problema existencial con las hojas en blanco y la crítica de Transformers.

Cierto es que resalta la vena humorística, pero siento que tu texto no lleva a ningún lado. Vas avanzado y se reduce a las desgracias que le suceden a tu personaje y nada más. Las descripciones que haces son muy buenas, transmites el dolor y la frustación que siente el cuate en su casa.

En el cuento "Ese lugar" sucede lo mismo, otro cuate al que le pasó algo y nada más. Yo creo que le vendría bien a tus letras que les des algo más con que lidiar, pelear, discutir, entrelazarse, sacarse la infundia, algo que le dote de vida.

¿Te ubicas las cadenas que llegan por mail contándote una triste historia de la niña que se murió o el chamaco que un dia descubrió a Dios? Son cuentos vacíos, narraciones supérfluas que no pasan de la anécdota.
Tienes algo bueno aquí, no lo dejes caer.

La crítica estuvo buenísima, buen criterio para cuestionar un producto hollywoodense.

Sobre el problema que has tenido alguna vez frente a la pantalla, yo también lo he tenido. Es asquerosamente frustante. Creo que se debe al parpadeo del cursor como si te estuviera contado lo segundos que no has escrito nada. No se donde escuché que si uno se sienta para escribir algo, solo termina escribiendo basura. Por eso es bueno contar con un lápiz y papel en todo momento por si la historia llega a ti. O acostumbrarte a grabar lo que produces. Da buenos resultados.

Bueno compañero, espero que no te haya caido pesado.
Te escribe otro sujeto que se ha creado un espacio en esto del blog para difundir sus letras y escuchar la voz de los demás.

Un saludo.