TE LO ADVERTÍ

6:35 2 Comments


Siempre decías que mis besos eran únicos, que te hacían sentir cosas extrañas, que eran lo más próximo a un orgasmo sin coito, y que igual que en un encuentro sexual, terminabas agotado.
Recuerdo que la primera vez que te acercaste a mí pude sentir tu olor penetrante. Había tanta gente a mí alrededor bailando que parecía poco probable poder percibir algo que no sea el humo y la sal de los cuerpos contoneándose. Sí, pasaste cerca y casi lograste evitar el contacto con mi piel, pero era imposible con tanta gente presionando por todos lados. De nada sirvió que levantes los brazos, sentí el roce de tu pecho en mi espalda y sin necesidad de darme la vuelta sabía que eras tú. Tu esencia te delató, ya nada podías hacer.
El resto fue fácil, unas cuantas miradas sugerentes e incisivas, un poco de alcohol de por medio y ahí estábamos los dos en mi cama, enredados en una pelea salvaje para vencer al otro. Sí, es verdad, esa noche ganaste, me poseíste en todos los sentidos, pero ahora puedo decirte que era eso justamente lo que quería, que pienses, que sientas, que creas.
Te dije que era una mujer difícil, que no me interesaba tener una relación estable, qué sólo estaría contigo cuando se me antoje. Hasta te advertí que era peligrosa. Todavía recuerdo tus carcajadas y esa mirada de macho seguro que quisiste proyectar conmigo.
Bueno, tú te animaste, corriste el riesgo, no me escuchaste. De qué me sirvió saber que eras buen tipo, un poco coqueto, pero bueno al fin; de nada, eso es seguro.
Te dije que no me gustan las flores, las citas en cafés íntimos, los besos diurnos y los pasos de media tarde, pero de todas formas insistías y te desilusionabas también. Qué te puedo decir, perdiste tu tiempo tratando de conquistarme con boberías.
Luego las quejas, tus malditas quejas; que sólo te buscaba por el sexo, que desaparecía de tu vida sin decir nada, que nunca me podías encontrar de buen humor, en fin. Creo que intentaba cuidarte, pero insisto, de nada sirvió. Eras un cordero blanco, inocente, confiado, estúpido y enamorado.
Acuérdate, te lo dije: será la última vez que te vea, confórmate con mis besos y aléjate de mi vida porque luego será tarde. No me hiciste caso, quisiste llegar hasta el final, no pudiste aguantar el fuego que quemaba tus pantalones.
Ya no pude fingir más, había luchado contra mi apetito en muchas oportunidades, buscado desahogarme con otros cuerpos antes que mostrarme tal como soy contigo.
Es tarde. Y ahora, con toda franqueza, lo digo frente a lo que queda de ti en esta cama sucia, testigo de esta carnicería: no me arrepiento. Ya no puedes mirarme, ya no puedes sentirme, ya no puedes amarme; tus ojos yacen nadando en mi estómago entre los pedazos de tu corazón y la sangre de tus entrañas.
No me arrepiento, te extraño. Pero la noche es larga y tengo ganas de salir…