2 de noviembre

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Hace calor y algunos beodos de negro patean piedras y levantan polvo con su andar cansino. Harán el recorrido hasta que la conciencia y el cuerpo lo permitan, luego cualquier lugar será bueno para descansar.
Con el sol ardiente del medio día, las almas de los que ya no están, una a una se van marchando. Esquivan a sus oradores y sus plegarias; saciados de comida y bebida, con el corazón partido entre ser y no ser, entre latir y sentir… Se van, pero van a volver y entretanto, sus humores de ropa vieja y alcohol se quedarán entre los otros.