Ya te habían hablado de ese boliche, te contaron muchas cosas de él, que es el más popular de todos, el único que supera a Mc. Donald’s en sucursales. Que ésta taberna se halla en todos los países del mundo, absolutamente en todos. Abierto al público en general, que no se reserva el derecho de admisión.
Un ambiente donde puedes beber cualquier cantidad de tragos a precios muy bajos. Un espacio en el cual se mezclan noctámbulos de diversos tipos y tendencias; hombres y mujeres, policías y maleantes, incultos y eruditos, lesbianas y homosexuales, amigos y enemigos; todos se dan cita en este bar a cielo abierto.
Beberás toda la noche cómodamente, al lado de tus camaradas bohemios. Y al final no importará cuan elevado sea tu índice de alcoholemia, no habrá mastodonte bien uniformado que se dirija a ti de buena o mala manera para insinuarte que ya estás demasiado borracho, que debes desalojar el recinto, no.
El bar es tan grande que si gustas, o si es que en realidad las piernas y el conjunto de tus músculos, están demasiado atrofiados debido a los hechizos causados por el Dios Baco, pues sencillamente puedes apoltronarte en uno de los muchos asientos cómodos para que, anestesiado y cubierto por el pesado sueño, puedas recibir los primeros e inoportunos rayos del enemigo de la noche y por ende del bar.
Despertarás amodorrado y confundido. Los constantes latidos de tu cabeza te harán pedir perdón por tu euforia alcohólica. Primero verás aclarase la figura de tus pies, y seguramente no recordarás en qué momento te quitaste los zapatos. No lo sabes, sin embargo, ahora, con la imagen clara, ves tus pies descalzos, un poco morados debido al frió del pavimento.
Tus sentidos, empiezan a reaccionar de su letargo, te transmiten la crucial información de que si no haces algo rápido sufrirás un letal ataque de hipotermia, debido a que, al igual que los zapatos, tu pantalón y chamarra también desaparecieron misteriosamente.
El sol, que podría ser tu aliado contra el frío, parece haberse puesto en tu contra e ilumina con tanto brillo que no puedes mantener los ojos abiertos por mucho tiempo.
Entonces, te das cuenta de que tus colegas nocturnos, quién sabe por qué cósmicas razones se trasformaron, y la juventud que lucían por la noche les duró sólo eso, la noche. Y es que con la mañana parecería que se cargaron unas décadas encima. Porque las brillantes ropas que usaron por la noche, con la mañana se convirtieron en delantales y sus cigarros, en impetuosas escobas que barren sin parar. Estas personas, ahora absolutamente desconocidas para ti, no dejan de mostrar su arrebato por tu desnudez y balbucean algo entre dientes, consideran que tu cuerpo arrinconado en un ex sillón, (ex, ya que al igual que todo, se trasformó en un sucio y frío umbral de portón viejo) no les permite terminar su labor.
Es así que te preguntas dónde están tus amigos y piensas que al igual que todos los demás, ellos también sufrieron algún tipo de morfosis, y ahora pasan por tu lado, a paso rápido, bien peinados y cambiados dirigiéndose a trabajar.
Decides que ya es suficiente, que ya no eres bienvenido a esas horas en la cantina. Haces un esfuerzo sobre humano y tambaleándote logras ponerte en pie. Ya vas entiendo lo que pasó y te das cuenta de que lo mejor es que tomes un taxi lo antes posible, lo malo es que ninguno se detiene. Claro, quién querría llevar a un borracho en calzoncillos y polera, con qué pagaría la carrera, si las gárgolas nocturnas se apoderaron de todo lo valioso que poseía. Al final, un chofer, el más confiado, o tal vez el más humano para e incluso te ayuda a subir al vehiculo.
Con mucha dificultad pudiste dar las referencias de tu casa y después de muchas vueltas, por fin distingues la puerta. Tu hermana paga la deuda y después de agradecerle mucho al taxista, te guía hasta tu cama vociferando mil disparates.
Cuando despiertes, y estés conciente de todo lo que pasó, seguramente te pondrás a escribir lo acontecido como una forma de recordar y tal vez empieces así: Existe un boliche, el más popular de todos... la calle.
1 comentarios:
Mmmmm... la calle, hace mucho que ya no podemos beber en ella acá en La Paz, suena como un recuerdo lejano.
Esa descripción de un despertar asaltado en la plaza semidesnudo... realmente me suena a muy vivido, eh?
Saludos =)
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