Cae la noche; para la mayor parte de la gente se abre un espacio tranquilo donde sábanas tibias envuelven cuerpos que sueltan músculos y tensiones acumuladas. ¿Qué pasa cuando encaras la hora de dormir y la necesidad de soñar?
Julio: Lucho, claro, nadie se entrega así sin apelar a las armas del olvido, a estúpidos corderos saltando una valla, a números de cuatro cifras que disminuirán de siete en siete hasta llegar a cero o recomenzarán si la cuenta no es justa. Quizá vencí alguna vez o la noche fue magnánima; casi siempre tuve que abrir los ojos a la ceniza de un amanecer, buscar una bata fría y ver llegar la fatiga anterior a todo esfuerzo, el sabor a pizarra de un día interminable. No se vivir sin cansancio, sin dormir; no sé por qué la noche odia mi sueño y lo combate, murciélagos afrontados sobre mi cuerpo desnudo. He inventado cientos de recursos mnemotécnicos, las farmacias me conocen demasiado y también el Chivas Regal...
Y cuando la botella de Chivas está casi vacía y el cenicero abarrotado de cenizas, la duermevela llega con sueños fragmentados, desordenados y fugaces. ¿A dónde van?
Julio: Al despertar arrastro jirones de sueños pidiendo escritura y porque desde siempre he sabido que esa escritura –poemas, cuentos, novelas- era la sola fijación que me ha sido dada para no disolverme en ése que bebe su café matinal y sale a la calle para empezar un nuevo día. Nada tengo en contra de mi vida diurna, pero no es por ella que escribo. Desde muy temprano pasé de la escritura a la vida, del sueño a la vigilia. La vida aprovisiona los sueños, pero los sueños devuelven la moneda profunda de la vida. En todo caso así es como siempre busqué o acepté hacer frente a mi trabajo diurno de escritura, de fijación que es también reconstitución. Así ha ido naciendo todo esto.
La vida es el caldo de cultivo de los sueños, algo así como un almácigo de plantines tan variados y distintos que conforman una flora exótica difícil de clasificar. ¿Cómo cosechar los frutos de este jardín exuberante sin obtener una ensalada de combinaciones imposibles?
Julio: Nunca quise mariposas clavadas en un cartón; busco una ecología poética, atisbarme y a veces reconocerme desde mundos diferentes, desde cosas que sólo los poemas no habían olvidado y me guardaban como viejas fotografías fieles. No aceptar otro orden que el de las afinidades, otra cronología que la del corazón, otro horario que el de los encuentros a deshora, los verdaderos.
En el caso de las afinidades, qué dices acerca de la combinación adrede entre prosa y poesía, es que acaso, ¿se trata de dos formas tan disímiles que deben mantener una saludable distancia?
Julio: Sigo tercamente convencido de que poesía y prosa se potencian recíprocamente y que lecturas alternadas no las agreden ni derogan. Sospecho una vez más que esa seriedad que pretende situar a la poesía en un pedestal privilegiado, y por culpa de la cual la mayoría de los lectores contemporáneos se alejan más y más de la poesía en verso, sin rechazar en cambio la que les llega en novelas y cuentos y canciones y películas y teatro, cosa que permite insinuar, a) que la poesía no ha perdido vigencia profunda pero que b) la aristocracia formal de la poesía en verso (y sobre todo la manera con que poetas y editores la embalan y presentan) provoca resistencia y hasta rechazo por parte de muchos lectores tan sensibles a la poesía como cualquier otro.
Para vos qué debe hacer un crítico literario si busca construir una cronología lógica a partir de autores, modas, vanguardias, booms, en fin, la variada y compleja fauna editorial.
Julio: Un buen crítico no necesita de fechas precisas para establecer una cronología literaria, el tiempo está inscrito en lo escrito, en las adherencias del momento, todas las modas estéticas, lo in y lo camp. Por ejemplo los puntos suspensivos, que en mi juventud utilicé como cualquiera pero que un día empezaron a parecerme horrendos al punto que sólo en inevitables casos los incluyo. Soy capaz de fechar viejos textos sin fecha, el vocabulario es mi carbono 14, no así los temas y los moods porque nada ha cambiado en este terreno donde sigo siendo el mismo, quiero decir: romántico / sensiblero / cursi (todo sin exagerar che)
¿Y qué hay de los que hablan de si mismos?
Julio: Una tradición que dura acaso por inercia o por miedo hace que pocos poetas comenten su propia obra. Mi única critica posible es la elección que voy haciendo; estos pameos son mis amores, mis bebidas, mis tabacos; se que los critico como se critica lo que se ama, es decir muy mal, pero en cambio los acaricio y los voy juntando aquí para esas horas en que algo llama desde el pasado, busca volver, resbala en el tiempo, devuelve o reclama. Agenda telefónica de las altas horas, ronda de gatos bajo una luna de papel.
Todo está yéndose al carajo, parece que la humanidad está consumiendo lo ultimo que le queda; alguna vez escuché a una señora mayor decir que todo era culpa de las putas. No creo que estés de acuerdo.
Julio: La noción de que las prostitutas son una lacra social les hace ver todo rojo empezando por la lechuga, daltonismo de los prejuicios, y no es que estén equivocados porque algún día no habrá más putas; pero lo que no se toman el trabajo de pensar, es que no bastará con la revolución para que entre otras cosas deje de haber putas, sino que las dialécticas sociales deberán volverse revolucionarias en una medida que ningún revolucionario que conozco hasta hoy ha tenido la osadía de postular, el triste coto de caza del erotismo heredado y malversado y compartimentado tendrá que darse vuelta piel por fuera, entrará un día la mano del hombre realmente nuevo y será otra mano que la de nuestro tiempo porque el guante de la derecha se vuelve el guante de la izquierda apenas se lo da vuelta, tengo entendido.
Esta pseudo-conversación, fue deliberadamente estructurada a partir de fragmentos extractados de “Salvo el Crepúsculo” (1984) de Julio Cortázar, siendo éste su último libro publicado en vida.
Salvo el Crepúsculo es un conjunto de prosemas, pameos y meopas -como les decía Julio- que constituyen un genial collage donde el amor, el jazz, los sueños y todo el universo de Cortázar desbordan las páginas de un libro deliciosamente desordenado.
Los fragmentos transcritos del libro tienen la única intención de entablar un dialogo con el genio, reavivar su filosofía y modo de pensar éste mundo. Tomarle la mano desde el otro lado, ese lugar lejano donde seguramente estará sentado fumando entre sus camaradas cronopios.
Desde acá, recordando 24 años de su partida un 12 de febrero de 1984, una especie de homenaje a través del eterno legado: su palabra.
1 comentarios:
Juampe! prometo que siempre paso por aqui!! pero ahora me tomaste desprevenida! buu buuu no volverá a pasar jiji
besitos
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