...Y uno quiere decir algo, comentar un libro, hablar de cine o algún aspecto de nuestra sociedad y su día a día. Tal vez escribir un cuento, sin embargo, la página en blanco te abofetea en la cara una y otra vez, se empecina y te encandila con su brillo, puro y blanco.
No hay obligación, no es un trabajo. Tal vez no deberías estar obstinadamente sentado en el rincón más oscuro del escritorio, con frío, rodeado de humo añejo, sentado hace más de una hora contemplando el monitor. Mientras, afuera es domingo, hace sol, los pájaros cantan y el aire es puro. Sí, lo más fácil sería mandar todo al diablo, apagar la computadora y salir. No hacer nada, no decir nada, no escribir... Pero ¿cómo atrapar y amarrar a ese gusano impertinente que atraviesa como un loco de un lado a otro tu cabeza? Sabes que seguirá molestando hasta que regreses, enciendas nuevamente la computadora y te enfrentes una vez más con la blancura de la hoja y asumas el teclado como único armamento en una batalla contra el vacío, tu propio vacío.
Parece que sigues en el medio, en medio de la nada, no escapaste ni tampoco te quedaste por completo, el brillo de la pantalla parece cada vez más intenso.
En la cabeza persiste el movimiento del gusano que parece convertirse en crisálida con el primer párrafo que se dibuja en el encabezamiento, quién sabe, probablemente al poner el punto final, llegue a ser una mariposa.
Hay una especie de alivio en el ambiente, el humo que te envolvía se disipa, deja pasar una luz breve. Diste el primer paso, sin embargo, desandas el camino para leer lo que escribiste. Humo y oscuridad de nuevo; no te gusta el texto, no es una buena entrada, no te llevará a ninguna parte, lo borras.
Después de haber permanecido por mucho tiempo frente al monitor, te das cuenta de que ya no se trata solamente de una página en blanco, no. De a poco y por efectos inexplicables la pantalla se va convirtiendo en un espejo. Es el momento critico, el punto de inflexión entre el silencio y el desbordamiento de ideas y pensamientos. La balanza puede inclinarse a cualquiera de los dos lados: Escribir sin parar: las palabras son más rápidas que los dedos en el teclado; todo está armado en tu cabeza y simplemente debes trascribirlo antes de que pierda su efervescencia. En el caso de que pierdas el rumbo, te darás cuenta de que paulatinamente tu reflejo se va desvaneciendo para dar paso a la imagen del monitor que deja de ser espejo. La blancura regresa y realmente estás perdido.
Se que esto de la imposibilidad de escribir, no es nuevo, muchos de los que están en el oficio artesanal de entretejer palabras lo saben bien. Es realmente duro y frustrante no poder soltar en párrafos o versos todo lo que uno quisiera decir.
Cada uno experimenta y enfrenta de forma distinta a la pantalla o la hoja en blanco. Sin embargo, creo que en todos hay algo en común y es la necesidad de expresión. De todas maneras, pienso que es importante intentarlo, hacer de la escritura un ejercicio, una ceremonia intima de liberación.
4 comentarios:
"...Ceremonia íntima de liberación", nada más cierto.
A qué musa nos deberemos para enfrentar el blanco de la pantalla o del papel?, todavía no lo he descifrado pero cuando llega la inspiración uno no para de escribir hasta ver un primer boceto a publicar.
Saludos hasta la Ciudad Blanca... sigue tan blanca? =)
... el blanco de la pantalla que con su brillo intenta cegarme, es preferible a una mente en blanco y sin brillo, como un chicle sin dulce ....
que joda loquito, pero es mucho màs jodido cuando tu mente-papel es la que está en blanco, porque simplemente por muy blanquecina que sea la hoja de papel o ¿¡gris??!!no verás ningún reflejo de algunas letras con sentido escupidas sobre la hoja. imagina que crisis!! no por escribir y publicar recibes a título el de escritor o será el de escribano? basta de la pseudo idea de creer en la inspiración obligada por dárselas de intelectual o erudictus. , todo producto final (en el arte) es
fruto del trabajo, del conocimiento previo, del conocimiento durante la labor, de las crisis, los humores, el hambre, la sed, todo eso es a aquello que llaman
INSPIRACIÓN, y no simplemente algo metafísico.
con mucho cariño viejito y algo más: cada vez estás escribiendo mejor!
Arpadio!
Yo hago música, y es todo muy parecido, particularmente cuando termino la idea armónica, y me siento a "hacer" la letra... el otro día veía Encuentro (Rubén Blades, Juan Luis Guerra, y Draco), y los tres decían exactamente lo mismo: una necesidad de expresión, muy cierto, se debe crear como un ejercicio de libreación, como hacemos cosas tan cotidianas como comer, o tal vez no tan cotidianas como... bañarnos, jaja; bien compadre. Sergio
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