Verónica Cereceda y el lenguaje de los textiles

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Texto | Juan Pedro Debreczeni, de CORREO DEL SUR especial para ¡OH!

Foto | ASUR

PERSONALIDAD | Ha sido reconocida por su importante trabajo antropológico, el que ha permitido valorizar los textiles que se crean en Bolivia y descifrar mensajes que revelan la herencia ancestral de los pueblos indígenas envuelta en hilos de colores.

La erudición de Verónica Cereceda, antropóloga y directora de la Fundación Antropólogos del Sur Andino (ASUR), se refleja en su mirada y en sus facciones, sin embargo, la sensibilidad y humildad de sus palabras dicen mucho de su dedicación a la investigación y conservación de las culturas ancestrales de Bolivia.

En pasados días, esta profesional recibió el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas del PIEB en la categoría “Premio a la Trayectoria Intelectual”, como reconocimiento a su larga labor de investigación sobre los tejidos indígenas.

La misma Verónica Cereceda permite una aproximación a su trayectoria que consiguió explicar la iconografía, las formas y los colores para hacer hablar a los textiles.

¡OH!: ¿Qué le impulsa a venir a Bolivia y asumir el reto de interpretar la expresión indígena a través de los textiles?

En realidad lo que nos trajo a mi esposo (Gabriel Martínez, fallecido) y a mí a Bolivia no fueron los textiles propiamente, sino que en la década de los 60 vinimos a trabajar en la Universidad Técnica de Oruro con un proyecto de teatro indígena, porque tuvimos la necesidad de buscar una experiencia de otro tipo de espectáculo, donde el público participe de una manera más profunda.

En ese entonces, estuvimos en la región de los valles de Charazani en la comunidad de Lunlaya, donde nos dimos cuenta de que nuestra vocación no era el teatro, sino la antropología y lo que queríamos era trabajar con el mundo indígena y vivir en Bolivia.

¡OH!: ¿Cuáles fueron sus primeras aproximaciones al arte textil indígena en Bolivia?

En la comunidad de Lunlaya, veía pasar a la gente de otras comunidades por un caminito alto y la gente decía: ese es idioma de otra parte. Pero yo pensaba: cómo idioma, si la gente va muda, pero en realidad los textiles que llevaban eran el idioma. Las primeras aproximaciones las tuve en un Ayllu Aymara de Esluga del norte de Chile, frontera con Bolivia; ahí me interesé vivamente en los textiles, empecé a entender un poco cómo se producía el lenguaje por lo menos en esa región; cómo se podían codificar ideas con formas y colores.

¡OH!: ¿En qué regiones trabajó y cuáles las motivaciones para establecerse en Sucre y trabajar con los textiles Jalq"a y Tarabuco? ¿Qué hace especiales a estos tejidos?

He trabajado en diversas regiones de Bolivia y en diferentes años, pero estamos en Sucre hace más de 21 años. Yo había venido en un viaje muy breve a Sucre, había visto algunos de los tejidos Jalq"a y me impresionaron enormemente, y cuando regresamos con mi esposo, luego de terminar un Doctorado en Francia, lo único que queríamos era volver a Sucre.

En ese entonces, nadie hablaba de los tejidos Jalq"a, todos hablaban de los tejidos Potolo, incluso en los libros. Fue nuestro trabajo antropológico el que nos permitió descubrir que los Potolo sólo eran una pequeña comunidad dentro de una enorme región que son los Jalq"as.

Yo vine persiguiendo los textiles por su belleza, por su extraordinaria forma y de esa manera nos quedamos en Sucre. A mí me encanta la ciudad, pero además tiene la ventaja de que el campo está muy cerca y hay muchas comunidades indígenas accesibles.

Todos los textiles significan algo cuando están todavía dentro de la tradición y en el caso de los Jalq"a, es muy interesante trabajar con las mujeres que los tejen para saber cómo están hablando los tejidos, qué dicen del grupo que los fabrica. Los tejidos Jalq"a son impresionantes y deberían ser declarados patrimonio mundial, además, por su composición deberían formar parte del arte moderno.

¡OH!: ¿Qué opinión le merece el reconocimiento del Premio a la Trayectoria Intelectual que recibió recientemente de parte del PIEB?

Los premios producen un gran pudor porque uno se pregunta qué ha hecho en la vida, de las cosas que tenía pensado realizar o comprender, hasta dónde ha llegado, de qué ha servido lo que uno ha hecho. Después de recibir el premio he pasado por una revolución interior de autocrítica, de revisión, de modestia y de pudor. Si es que yo podido escribir algo sobre los textiles andinos, es porque las señoras tejen cosas extraordinarias, es porque ellas ponen los mensajes, yo soy el lector y ellas las productoras del pensamiento.

¡OH!: En la declaración del PIEB ponderan su labor en el campo de las ciencias sociales donde contribuyó “con conceptos propios, a descifrar la simbología de los tejidos andinos”. ¿Cómo Verónica Cereceda llega a establecer esos conceptos propios?

En realidad no son conceptos propios, son avances en la lectura de los textiles que he tenido la suerte de poder hacer, esto por vivir en el campo, por conversar mucho con las señoras y por la metodología tanto de mi profesión como también por la utilización de la semiótica. Al principio me era difícil explicar cómo podía hablar un mensaje sin palabras, es así que la semiótica fue una herramienta para ocuparme de lenguajes que no son lingüísticos. En rigor, con metodología y sobre todo con mucha experiencia de campo y a través de la observación de formas y colores he podido lograr comprender algo de lo que hablan las comunidades.

¡OH!: ¿Qué lugar ocupan los textiles en el ámbito social de los pueblos indígenas?

En muchas partes se están perdiendo, pero en otras se mantienen y todavía se constituyen en un fuerte signo de identidad cultural. Es necesario conservar los tejidos como una producción extraordinaria de nuestros pueblos originarios, conservar sus técnicas y sentido; es un producto humano que realmente habría que proteger muy bien.

¡OH!: Estos textiles se constituyen en un lenguaje icónico que puede reforzar la oralidad de los pueblos ancestrales, o ¿es que se trata de un soporte que cambia y se adapta al desarrollo del imaginario de los pueblos?

Yo creo que tanto lo oral como los textiles, las danzas y música son lenguajes complementarios, pero no necesariamente todos tienen que decir lo mismo. Muchas veces el textil comparte con el lenguaje oral la clasificación sensible del mundo a través del contraste y la armonía que se encuentran en el paisaje o las relaciones humanas. Hay un pensamiento general que informa de todos estos lenguajes, pero yo creo que cada uno es bastante autónomo al tener contacto con los textiles.

¡OH!: ¿Cuál la importancia de revalorizar estos tejidos?

En Bolivia todavía no estamos viviendo una etapa que retome las culturas ancestrales para dejarlas florecer; están todavía vivas en muchas partes, son capaces de hacer cosas extraordinarias, pero como culturas propiamente dichas no están protegidas.

Son culturas que necesitan ser protegidas y más aún impulsadas, eso no significa que no haya contacto campo-ciudad, ni mucho menos. Si una cultura es fuerte se encuentra con la ciudad como la ciudad se encuentra con otra y no se muere por ello.

¡OH!: ¿Cómo enseñar al resto de la población y a las nuevas generaciones, el valor que encierra cada una de estas piezas, considerando los conflictos de identidad de la sociedad boliviana?

Todo va depender no sólo de las políticas gubernamentales, sino de los mismos indígenas, sin embargo, en 1966 cuando vine por primera vez a Bolivia, recuerdo que los indígenas eran muy discriminados. Ahora creo que dentro de los pueblos originarios hay más conciencia de clase, pero eso todavía no afecta la cultura profunda. Todavía no hemos ahondado en lo que nos puede dar nuestra riqueza cultural para beneficio de todos los bolivianos, y los textiles son una puerta como muchas otras expresiones culturales para llegar a este fin.

¡OH!: Explíquenos brevemente el trabajo de los Antropólogos del Sur Andino (ASUR) y su impacto en el nivel de vida de las comunidades.

ASUR funciona hace más de 20 años en Sucre bajo la premisa de recuperar los textiles como una forma de preservar la memoria de los pueblos, lo que deriva en la conservación de otros aspectos de la cultura.

El trabajo se ha extendido mucho, a partir de la labor iniciada se han formado muchas otras organizaciones de las propias tejedoras. El arte textil se vende y se constituye en una alternativa para mejorar los ingresos de las comunidades campesinas.

Actualmente, ASUR trabaja con 300 tejedoras en Jalq"a y Tarabuco, además de 200 niñas que están aprendiendo a tejer en la misma región. En Tinquipaya (al sur del Ayllu de Macha en Potosí) hay alrededor de 400 personas. De igual modo, estamos empezando el trabajo con la gente de Poroma y Ravelo, además, ASUR no sólo hace tejidos, por ejemplo, en el salar de Uyuni se desarrolla artesanías con materiales del lugar. Estas y otras iniciativas promueven el trabajo en las comunidades, pero siempre conservando la identidad.

¡OH!: Por último, ¿cuáles son sus planes y proyecciones para el futuro?

Siempre hemos pensado en crear una organización más grande, casi empresarial con toda la gente que trabaja con ASUR. Pero el sueño más profundo que tengo es poder llegar a crear una especie de Universidad Indígena donde se capacite a los indígenas que no pueden acceder a la educación superior en las ciudades, sea por nivel de formación o por aspectos económicos. Hay toda una juventud que no tiene acceso a una formación superior y la idea es que los mayores transmitan su cultura ancestral a las nuevas generaciones, algo que les signifique una opción para vivir, pero con un conocimiento profundo de su cultura. No sé si lo voy a poder llegar a ver, pero ese es mi sueño